En el presente texto vamos a intentar probar que, en el orden compositivo de las artes visuales y, en particular, de la Arquitectura, la última palabra no recae en la aplicación u observancia de preceptos o reglas sino en la prudencia y en el gusto. Este ratificará o matizará las simetrías parciales de toda composición, incluso la symmetria total con vistas a la producción de la eurythmia, a saber: el efecto agradable y deleitable que la symmetria provoca. Se pretende advertir que la phronesis y, en última instancia, el gusto, acaban convirtiéndose en los elementos decisivos de la estética y la composición arquitectónica.